martes, 22 de enero de 2019

'EL CAZADOR'


  Estoy solo en casa, la mesa del salón está llena de cervezas vacías y no me encuentro en condiciones de levantarme para ir a la nevera en busca de algo de comer. Decido quedarme tal y como estoy, tumbado en el sofá. Después de matar a una persona lo último que quieres es irte a dormir estando consciente. El alcohol ayuda a amenizar este problema pero en muchas ocasiones no es suficiente. Una raya de esa asquerosa pasta verde que venden en los suburbios me espera en la mesa, entre restos de comida de hace dos días.

  Después de un buen rato, logro incorporarme, la cabeza me da vueltas y apenas alcanzo a distinguir lo que sea que estén echando por la tele, que está a menos de un metro de distancia. No suelo meterme este tipo de mierda pero teniendo en cuenta que estoy sin blanca y que no cobraré mi recompensa hasta mañana por la mañana, no me queda de otra. Me inclino sobre la mesa y esnifo. La entrada es limpia pero tardará un rato en surtir efecto. Entretanto, decido tumbarme de nuevo y contemplar el techo del comedor. No puedo dejar de pensar en el hijo de puta de Williams y en cómo le volé la tapa de los sesos esta misma mañana. Según las leyes estatales, se supone que a nosotros, los cazadores, no nos pueden asignar piezas con las que tengamos algún tipo de vínculo emocional pero eso a la empresa se la trae floja.

  Conocí a Willy hace diez años, cuando tuvimos que pasar un cargamento de pasta morada al Sector 13. En aquella época el único que trapicheaba con esa mierda en Uets era Eustace la Rata. Eustace nunca me inspiró mucha confianza, pero pagaba bien y necesitaba el dinero para pagar los tres meses que debía de alquiler. En principio, iba a introducir la mercancía solo en el sector pero Eustace me endosó al paleto de Willy a última hora. Al parecer, el padre de éste y Eustace eran primos lejanos, y este último le debía un favor al primero, de modo que hizo lo que todo buen pariente haría en estos casos, ofrecer trabajo al inútil de su sobrino. Por aquel entonces, yo no sabía lo que era un arma y me dedicaba a hacer trabajos de mierda aquí y allá. La mayoría de las veces mi misión se limitaba a transportar la droga de un sitio a otro, cobrar mi recompensa y no hacer preguntas innecesarias que pudiesen sacar de quicio a los tipos con los que trataba. Con el paso del tiempo me fui haciendo un sitio entre los hombres de confianza de la Rata, y fue así como pasé a formar parte del MST, el proyecto personal de Eustace, una milicia urbana formada por los desechos sociales del Sector 5 [...]

No hay comentarios:

Publicar un comentario